La revuelta de las faneras malagueñas en 1918

¡Hay que hacer lo que no hacen los hombres! ¡No se puede vivir! ¡Hay hambre en nuestras casas! ¡Pan y trabajo o de lo contrario veremos lo que ocurre! […] gritaban en sus protestas las faneras.

No es muy conocido el hecho histórico de que hace 106 años, trabajadoras malagueñas de distintos sectores se echaron a las calles para protestar por la subida de precios de los productos básicos, entre ellos el pan, que llegó a valer entre 55 y 60 céntimos el kilo.

Ellas prendieron la mecha de un movimiento nacional que pidió, no solo el acceso a los alimentos, si no mejoras laborales. Las movilizaciones de Málaga tuvieron réplica en otros puntos de España.

Raquel Zugasti Villar localizó estos documentos en la caja 197 bis del archivo del juzgado togado militar territorial de Málaga, cuando buscaba procesos judiciales de la represión durante la Guerra Civil. Fue su primera toma de contacto con este episodio.

Con estos hechos escribe el libro «La revuelta de las faneras. Málaga 1918», hechos desconocidos para la mayoría.

En el libro analiza el contexto histórico, social y político. Deja ver el hartazgo de unas mujeres que no tienen nada para llevar a sus casas, con unos precios por las nubes, un enriquecimiento de los poderosos y unas condiciones de trabajo deplorables. Ellas de manera espontánea toman las calles y plazas de Málaga. Se organizan y abanderan la lucha.

La autora del libro, Raquel Zugasti Villar recalca paralelismo con el contexto actual: una inflación de dos dígitos y una guerra europea con impacto indirecto.

Comerciantes y empresarios aprovecharon para subir los precios, favorecer la exportación de productos y acapararlos, esperando a que subieran para sacarlos a la venta y aumentar los beneficios

Mientras, los salarios permanecían inmóviles, generando una crisis de subsistencia. La gente no tenía qué comer. Hasta que las faeneras de Málaga dijeron:

[…] no estamos dispuestas a tolerar ni consentir que Málaga pase hambre y esté la vida de sus habitantes a merced de una cuadrilla de bandoleros que nos roban el pan exportándolo a otra regiones y dejándonos en la mayor de las miserias.

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