Paula Bonet
El martes por la tarde iba a Málaga, a la manifestación por el 25N. Para mi sorpresa el tren aún no había abandonado la estación. Había pasado algo, porque la Guardia Civil estaba hablando con un hombre al que se le veían lesiones considerables en el rostro.
El tren salió con cuarenta minutos de retraso y, como era lógico, el tema de conversación era lo que había pasado.
En los asientos de enfrente, un hombre empezó a relatarle su versión de los hechos a unas mujeres que se montaron en Pizarra, por qué el tren llevaba tanto retraso. Les contó que un chico se había montado en el tren con una chica. Él parecía estar increpándola e intentó golpearla, o lo hizo, no me quedó claro. Les contó, también, que un señor le recriminó al chico su conducta e impidió que la golpeara. Acto seguido se enzararon en una pelea a puñetazo limpio. La chica intentó defender a su acompañante.
Este hombre, acto seguido, comenzó a decir que «a algunas nos iba la marcha», que «algunas no saben lo que quieren», que «encima se ha ido con él». Las mujeres le dieron la razón con argumentos del mismo tipo: que algunas mujeres aguantan, que encima defienden a quien las maltrata, que no lo entienden, que luego cuando ha pasado mucho tiempo van y denuncian…
Yo escuché horrorizada en silencio estos argumentos, no me siento nada orgullosa de ello.
Era 25N. Las campañas para prevenir la violencia machista no dejan de bombardearnos, las noticias de asesinatos no cesan. Las últimas mujeres en Málaga: María Victoria, el día 22 en Rincón de la Victoria y Concha, con solo 25 años, ayer día 26 en Campillos.
No sé qué es lo que sucedió, no sé cuáles fueron los hechos, lo que quiero resaltar es que me dolió comprobar cuál es el relato que elegimos, con qué nos quedamos de los hechos. Quienes estaban hablando sobre lo sucedido, ensalzaron al defensor, su valor, su arrojo y lo poco que había servido porque aquella chica había defendido a quien la agredía. En nigún momento, pusieron el foco sobre el agresor. Ni una palabra sobre lo que tendría que estar sufriendo aquella joven, qué es lo que estaría pasando para no ser capaz de darse cuenta y escapar de una relación que podía acabar con ella. Ni un juicio sobre ese chico violento, que tendría que ser castigado por su comportamiento. Eché de menos algo de compasión.
El 25N vimos a Nevenka Fernández en el Congreso de los diputados dijo:
venimos de una sociedad en la que el lugar de las mujeres es el de la culpa.[…] Te van a cuestionar inmediatamente, sabes que no vas a ser creída. Van a intentar encontrar la culpa que tú tienes por haberte metido sola en un portal con seis hombres, por haberte puesto la minifalda, por haber consentido una relación, como en mi caso, y después decir que no querías tenerla más. Entonces sabes que va a tener consecuencias devastadoras y consecuencias no solo para ti, sino consecuencias para tu entorno, tu familia, o sea, tu vida
Qué nos sucede como sociedad si no somos capaces de darnos cuenta de quién es la víctima, qué nos está pasando si no somos capaces de posicionarnos de su lado. Esto no va a cesar mientras no nos pongamos todas y todos frente a los agresores. Tenemos que acoger, respaldar, proporcionar salidas y recursos a todas aquellas mujeres que no pueden o no saben cómo dejar atrás a su maltratador.
